Blog #Politica

José Rodríguez, aquel efímero escudero de campaña, cuya lealtad era tan servil que sólo le faltó limpiar con la lengua los zapatos del entonces candidato Dumek, parece haber olvidado el papel que jugó en aquella contienda. No había barrio donde no aparecieras con el termo al hombro, llevando el tinto, cargando el maletín o improvisando maestro de ceremonias en reuniones donde apenas te daban asiento. Eras, por decirlo con precisión quirúrgica, el “sapo de todo”.

'TU ME CONDECORAS YO TE CONDECORO'. En este artículo, profundizamos en las dinámicas de las relaciones basadas en el aprecio y los intercambios simbólicos de valor y respeto. Descubre experiencias de la vida real, análisis históricos y comentarios relevantes que ilustran cómo el acto de condecorar impacta e inspira conexiones significativas entre las personas.

En esta Cartagena de Indias, donde el sol azota con justicia y las olas murmuran verdades antiguas, ¡he aquí que despiertan los dormidos tribunos! Sí, esos mismos que, por tres décadas largas y holgazanas, dejaron que la delincuencia hiciera nido y la impunidad alzara trono. ¡Qué curioso es el arte del silencio cuando conviene, y qué escandaloso el bramido cuando se huele campaña!

A Uriel de Arco hay que hablarle claro, sin tapujos ni eufemismos, como corresponde a los que han hecho del chantaje su bandera y del fracaso su pedestal. Porque ya basta de esa pose altiva, de ese disfraz de financista de boutique con el que pretende maquillar la ruina de su expediente público. Uriel, tú no eres un crítico ni un líder de opinión: eres un extorsionista más en la larga lista de oportunistas que parasitan el erario.