En esta Cartagena de Indias, donde el sol azota con justicia y las olas murmuran verdades antiguas, ¡he aquí que despiertan los dormidos tribunos! Sí, esos mismos que, por tres décadas largas y holgazanas, dejaron que la delincuencia hiciera nido y la impunidad alzara trono. ¡Qué curioso es el arte del silencio cuando conviene, y qué escandaloso el bramido cuando se huele campaña!
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