15 Mar
15Mar

Por Arturo Buchelli

Cuando pensábamos que en Cartagena ya lo habíamos visto todo, cuando creíamos que después de las genialidades administrativas de William Dau nada nos podría sorprender, aparece el magangueleño Lucio Torres con una revelación periodística digna de un thriller de conspiración... o de un chiste de mal gusto. 


Armado con su infalible sentido del periodismo de investigación y, por supuesto, su nuevo compañero de redacción, la Inteligencia Artificial, nos deleita con un 'cartapacio' de 150 preguntas sobre el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Cartagena.

Hasta aquí, todo parecería una osadía digna de un reportero tenaz. Pero el giro argumental, amigos míos, es que estas preguntas no salieron de su intelecto, ni de sus años de experiencia, ni de sus largas noches de insomnio analizando el POT. No, señor. Las preguntas fueron generadas con IA. ¡Qué prodigio del periodismo digital! ¡Qué maravilla de la automatización del trabajo! ¡El Pulitzer criollo en su máxima expresión! Pero esperen, porque la comedia apenas empieza. 

Con la desfachatez que lo caracteriza, Lucio no solo le tira el mamotreto de preguntas a la Secretaría de Planeación, sino que exige respuestas. ¿Y qué hace Planeación? Responder, punto por punto. Porque, claro, mientras la ciudad lucha contra el abandono y el caos que sus amigos crearon, huecos, movilidad, etc. ¿El POT? Avanzando, pese a todo. Pero no, lo importante aquí es contestarle al ChatGPT de Lucio Torres. El periodismo de investigación, señores, ha evolucionado. 

Se acabaron los días de patear calles, consulte fuentes y exponga la corrupción con pruebas contundentes. Ahora es suficiente con lanzar un "generar texto" y voilà: una columna lista para deslumbrar a los incautos. Y si alguien duda de su originalidad, tenemos los detectores de IA que revelan la cruda verdad: un 95% de inteligencia artificial, 5% título y firma de Lucio. Pura poesía tecnológica.Lo irónico es que este brillante exponente de la denuncia pública ahora nos pone a discutir sobre la necesidad de legislar contra la mediocridad periodística asistida por IA. Porque una cosa es el derecho de petición consagrado en la Constitución, y otra muy distinta es convertir el aparato estatal en el servicio de atención al cliente de un periodista que prefiere que una máquina piense por él.

Y es que aquí no estamos hablando de un pionero del periodismo digital ni de un defensor del acceso a la información. Estamos ante un cronista de pacotilla que cree que un robot puede reemplazar la esencia de su oficio. Un hombre que quiere vendernos un periodismo sin alma, sin rigor y sin esfuerzo. ¡Qué vergüenza, Lucio! Hoy ha quedado peor que William Dau en una rueda de prensa improvisada, porque al menos él decía lo que pensaba. 

Tú ni siquiera piensas: tercerizas el proceso. Así que mientras tú sigues jugando con tu chatbot de confianza, aquí seguimos, observando desde la zona VIP, con unas buenas palomitas de maíz, esperando tu próximo "gran destape". Aunque esta vez, por favor, que lo escribas tú. No vayas a ser que terminemos dándole el crédito a una inteligencia artificial que, a juzgar por los resultados, tiene más criterio que tú.


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