A la ahora autoproclamada abogada y periodista Gina Caballero Martínez se le ha dado por jugar a la inquisidora de barrio, disfrazando de oficio lo que no pasa de ser la vieja maña de la malquerencia. Desde su esquina digital, cada noticia que sale de la Alcaldía la pasa por el colador de su rencor personal, condimentándola con la sazón amarga de la extorsión camuflada y la vendetta política que tanto le gusta vender como “periodismo”. Y me río, porque la conozco.
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